domingo, 30 de agosto de 2009

Escándalos

"Hay una actitud manipuladora de sectores sociales y políticos que promovieron y promueven políticas que son, justamente, la causa de la pobreza estructural", dice Horacio Viqueira. Secretario de Desarrollo Social de la Municipalidad de Córdoba y compañero del Frente Grande en una nota publicada por La Voz del Interior. Algunos párrafos (es mejor su lectura completa)

El papa Benedicto XVI conmovió a la opinión pública de nuestro país con su condena al “escándalo del hambre en la Argentina”. Estas expresiones fueron aprovechadas por sectores políticos y sociales opositores, como una convalidación de este nuevo eje de crítica al gobierno, agregando una afirmación tendenciosa: “La situación de la pobreza es igual que en 2001”.

Cabe advertir la actitud manipuladora y el oportunismo de algunos sectores sociales y políticos que han promovido y promueven políticas que son, justamente, la causa de la pobreza estructural. El señor Hugo Biolcati, una de las expresiones más radicalizadas de defensa de un modelo agroexportador, claramente presiona para aumentar la rentabilidad del empresariado rural. Condena lo que para él es la acción del Estado “depredador e insaciable”, y por la otra se conmueve frente a la falta de respuesta estatal a la pobreza.

El año 2001 quedó en la memoria de los argentinos como el de la más grave crisis política, social y económica. Fue la resultante de años de políticas neoliberales que provocaron recesión económica, desguace del Estado, crecimiento del desempleo a niveles insoportables, ajustes permanentes de impuestos por el FMI que incluyeron reducción de salarios y jubilaciones, default, corralito, devaluación, etcétera. Conclusión: 57 por ciento de los argentinos quedaron en situación de pobreza.

A partir del 2003 se inicia un proceso de recuperación económica y social que queda evidenciado en un crecimiento acumulado del PBI de 63 por ciento, la generación de millones de puestos de trabajo –lo que redujo la desocupación de 27 al nueve por ciento–; la ejecución de un ambicioso plan de obra pública; subsidios que sostuvieron un virtual congelamiento de tarifas de servicios; el otorgamiento de 1,8 millón de jubilaciones, y el aumento del presupuesto nacional en Desarrollo Social de 1,6 millón de pesos en 2003 a 10,6 millones en 2009.

Se debe reconocer que a pesar de los esfuerzos realizados, los índices sobre distribución de la riqueza poco han mejorado, ya que la brecha entre el decil más pobre y el más rico se mantiene en el elevado nivel de 28,7 veces, uno de los peores registros del mundo. El escándalo de la pobreza en Argentina tiene su contracara en el escándalo de la injusta distribución de la riqueza.

Los reclamos de la Mesa de Enlace apuntan a lograr la eliminación de las retenciones, a recibir subsidios por parte del Estado y a la eliminación de controles o regulaciones, “liberando” la exportación de los productos. Todas esas reivindicaciones traerían como consecuencia menos recursos para aplicar a la inversión social, por reducción de ingresos fiscales, e incremento del gasto. También provocarían aumentos de precios en los productos de la canasta básica. Esta presión sectorial es contradictoria con el reclamo de lucha contra la pobreza.

Los sectores económicos concentrados, y sus expresiones políticas conservadoras nada dicen sobre otro “escándalo”: la fuga de capitales. Se han fugado de la Argentina en el último año y medio 30 mil millones de dólares, recursos generados por la rentabilidad de empresas líderes y de un sector minoritario de particulares que, en lugar de reinvertirse generando empleo, se extraen del circuito económico con consecuencias nefastas.

Queda claro que la única salida para superar la pobreza no es volver al neoliberalismo de los ’90. Durante esa etapa, Carlos Menem y Domingo Cavallo aplicaron las recetas de los grupos económicos más concentrados. El resultado no fue una transformación virtuosa de la estructura productiva, sino el reino de la especulación financiera.

Se deben profundizar políticas públicas que impulsen un modelo productivo diversificado, con énfasis en el apoyo a la pequeña y mediana empresa, y particularmente medidas de redistribución de la riqueza. Agregar valor a los productos primarios es la principal herramienta para generar empleo. Pero aun en los mejores escenarios de crecimiento, la salida no será inmediata; el empleo no crecerá como en el período 2003-2008.


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