lunes, 18 de noviembre de 2013
Ideas neoliberales
Vivitas y coleando
Así están las ideas neoliberales en nuestro
país, vivitas y coleando. Han perdido protagonismo y algunas hasta tienen mala
prensa. Algunas están vigentes, la mayoría de ellas desaparecieron de las
agendas gubernamentales, pero sus impulsores y defensores esperan agazapados y
cuecen habas, algunos incluso en despachos que expresan teóricamente lo
contrario.
No al Estado, menos
democracia
Ríos de tinta corren para conceptualizar las
ideas neoliberales.
Diremos aquí que las ideas neoliberales son
aquellas que desprecian al Estado, que buscan reducir al máximo el rol y la
presencia de éste. Justicia, defensa y seguridad podrían, como máximo ser las
funciones plenas en un Estado neoliberal, aunque también allí con presencia y
negocios privados. Educación, salud, seguridad social, empleo, desarrollo
productivo, servicios públicos, cultura, entre otras funciones, quedarían al
libre albedrío del “mercado” en esta idea, o sea a disposición de las
corporaciones.
Esa reducción del Estado a su mínima expresión
persigue como fin menos democracia. Un Estado pequeño y débil no está en
condiciones de responder demandas populares, gobernantes que no puedan orientar
políticas para responder demandas populares –el pueblo es el fin último, la
razón de ser de la democracia- terminan siendo instrumentos de las
corporaciones económicas y de la aristocracia social.
Pero ojo, cuando el “mercado” se descalabra o
el pueblo se organiza para demandar, el neoliberalismo demanda un Estado activo:
subsidios para los ricos y palos para el pueblo. El ejemplo mas rápido de ver
hoy es mirar las noticias de Europa de los últimos meses: los bancos causantes
de la crisis recibieron miles de millones de euros y los europeos damnificados
que protestan por haber perdido sus trabajos y/u hogares son reprimidos.
(aunque a veces para ver represión en su
versión mas cruda y estúpida alcanza con pasar por frente de la Casa de
Gobierno del Chaco)
Gracias a la
dictadura, pero también a algunos otros
Claramente uno de los mandatos de la dictadura
fue la de imponer a sangre y fuego, literalmente, las ideas neoliberales.
Aunque unos meses antes del golpe de estado de 1976, el “Rodrigazo” (bautismo
derivado del ministro de economía Celestino Rodrigo) inauguraba el
modelo económico de la dictadura que se caracterizó por la concentración
de la riqueza y la pérdida de los derechos de los trabajadores.
Los militares, puestos a gobernar con el
patrocinio económico de los sectores del poder económico nacional y extranjero
que propugnaban la transformación del Estado argentino en detrimento de los
sectores populares, hicieron el trabajo sucio. Culturalmente nuestro país no
aceptaría las ideas neoliberales por las suyas, había que forzar, y vaya que
forzaron.
Luego de la destrucción del aparato productivo,
la persecución y despido de miles de trabajadores, el alto endeudamiento del
sector público e inocular al Estado de sus ideas la tarea se fue simplificando.
No fue fácil para la UCR, que si bien había
aportado cuadros políticos a la gestión de la dictadura, una porción de su
tradición ideológica resistía las ideas liberales puras. Pero la gestión de
Raúl Alfonsín no se sobrepuso al impulso que dejó la dictadura de un Estado
desguazado y condicionado por su deuda externa, e incluso sobre finales de su
gobierno se gestaron ya proyectos privatizadores.
Lo del menemismo fue mas descarado, la
cooptación de una buena parte de cuadros políticos y gremiales del PJ y su
puesta en línea con la lógica de reducción de Estado permitió la entrega de:
ferrocarriles, aerolíneas, teléfonos, petroleras, sistema previsional, correos,
energía eléctrica, astilleros, petroquímicas, siderurgias, medios de
comunicación, etc. Además de la liquidación de varias áreas del Estado y el
despido masivo de trabajadores. Todo ello acompañado de flamante legislación
desregulatoria, un Banco Central independizado del gobierno, varias leyes de flexibilización laboral y nuevas leyes de educación –que por cierto,
la que regula la educación superior se encuentra vigente-.
Con la caída del gobierno de Fernando de La Rúa
–que nada hizo para mantener la plena vigencia de ese ideario- , en 2001,
termina de caer la máscara del neoliberalismo, por lo menos para una buena
parte de la sociedad.
La batalla cultural
Si bien en el origen de la etapa neoliberal en
nuestro país se requirió de la violencia, del terrorismo de Estado y la
persecución para garantizar la imposición de éstas ideas, a partir del período
de elecciones democráticas de 1983 la aplicación de ellas gozó de cierto
acompañamiento o tolerancia de amplios sectores de la sociedad.
Es ahí donde jugaron un papel muy importante el
vaciamiento político ideológico de algunos partidos políticos y organizaciones
sociales, como los sindicatos. No en vano la dictadura se había llevado
–muerte, desaparición, exilio o imposición del miedo- una parte importante de
dirigentes.
Pero tampoco se debe desdeñar el rol que jugó
la comunicación. Ya en la dictadura, con mas claridad durante la guerra de
Malvinas, el dispositivo mediático fue forjando un pensamiento individualista y
neoliberal. El desprestigio de las Empresas del Estado y de lo público a partir
de determinados comunicadores –a veces con fundamento en real ineficiencia o
corrupción- fue preparando el terreno en los ´80 para el descalabro de los ´90.
Desandando el
neoliberalismo
El Kirchnerismo ha dado muchos y sucesivos
pasos para desarticular el dispositivo neoliberal presente aún hoy en nuestra
sociedad y en los distintos niveles del Estado. Las reestatizaciones, la
política de desendeudamiento con los acreedores extranjeros, las nuevas leyes
de educación, la transformación de los “mercados comunes” con otros países en
alianzas estratégicas, la reforma del Banco Central, las paritarias para
negociar salarios y condiciones de trabajo, son algunos ejemplos de esas
reformas.
Pero muchos de
nosotros y de quienes forman parte del sistema político actual o participamos en sindicatos u otras
organizaciones hemos sido formados en
esos tiempos de impulso a las ideas neoliberales, por lo que desarticularlas
requiere de debates y acciones
permanentes.
Es muy común, por ejemplo, oír hablar de la
inflación, sus causas y posibles soluciones. Forma parte casi hasta del sentido
común criticar la emisión monetaria y el elevado gasto público como causales de
los aumentos de precios y –por ende- lugar desde donde buscar resolver la
cuestión. Pobres los sectores populares que apoyen esas ideas, son una bomba de
tiempo en su contra.
Otra contradicción muy común es encontrarse con
un comerciante de una ciudad media de una Provincia con poco desarrollo
industrial, por ejemplo Resistencia, postulando la eliminación de los planes
sociales. Si el comerciante profundizara un poco su análisis vería que gran
parte de la actividad económica que lo sostiene proviene justamente del consumo
de esos sectores sociales que pelean su subsistencia con una acción del Estado.
En el Chaco también
las hay
También hubo –hay- por estos lados ideas neoliberales.
Por ejemplo, quienes impulsaron las privatizaciones de las empresas de
servicios públicos. Hasta hubo una enmienda constitucional votada por una
amplia mayoría que fue rechazada en una consulta popular.
El ajuste fiscal como método de gobierno –y la
represión ante la protesta-, la transferencia del sistema previsional
provincial, la privatización y luego la persistencia en la idea que el Banco
del Chaco debía ser privado y las reformas educativas del menemismo tuvieron
muchos abanderados.
A veces, estas ideas, surgen como una propuesta
aislada dentro de un marco que no aparece como neoliberal: sucedió, por
ejemplo, cuando un buen día aparecieron unos contratos petroleros que
pretendían compensar con monedas el llevarse un recurso estratégico –probable
aún- y una parte de nuestro medio ambiente. Por suerte la resistencia de
algunos sectores no permitieron eso y la reestatizacion de YPF nos encontró con
nuestros recursos intactos.
Hay que vacunarse
Una gran parte de la oposición política ondea banderas
neoliberales. Banderas que a veces están disfrazadas de progres, otras de
radicales y otra de peronistas. No importa el disfraz o la vestimenta del gran
discurseador, sólo el espíritu crítico, la reflexión, la mirada sobre su
posición histórica y el rechazo de la consigna fácil nos ayudará a desentrañar
el verdadero sentido de sus ideas. Ojo con las ideas neoliberales.
Publicado en Diario Primera Línea del 16/11/2013
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